Después de la Transfiguración; Mártires de Roma: el archidiácono Lorenzo, el papa Sixto, el diácono Felicissimus, el diácono Agapito, el soldado Romano e Hipólito

PRIMERA ANTÍFONA

  • Grande es el Señor, y digno de gran alabanza en la ciudad de nuestro Dios
  • El que prepara los montes con su poder..*
  • Te cubres de luz como con un manto.*
  • Los montes se alegrarán en la presencia del Señor.*
  • Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén*

SEGUNDA ANTÍFONA

  • Sus cimientos están en los montes santos.
  • El Señor ama las puertas de Sión más que todas las moradas de Jacob.*
  • Se dijeron cosas gloriosas de ti, oh ciudad de Dios.*
  • Un hombre dirá: «Madre Sión», y un hombre nació en ella.*
  • Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

TERCERA ANTÍFONA

  • Oh Señor, cantaré de tus misericordias para siempre.
  • Los cielos confesarán tus maravillas, oh Señor.*
  • Bienaventurado el pueblo que sabe cantar con alegría.*
  • Oh Señor, andarán a la luz de tu rostro, y se regocijarán en tu nombre todo el día.*

TROPARIO DE RESURRECCION 8

Descendiste de las alturas, oh piadoso y soportaste la sepultura por tres días, para liberarnos de los sufrimientos. ¡Vida y Resurrección nuestra, Señor! Gloria a ti!

TROPARIO FIESTA TRASFIGURACIÓN (Tono 7)

Te transfiguraste en el Monte, oh Cristo Dios, revelando a los discípulos tu Gloria según pudieran soportarla. ¡Que tu eterna luz resplandezca sobre nosotros, pecadores! Por la intercesión de la Madre de Dios, oh Dador de Luz, ¡gloria a Ti!

TROPARIO DE SAN ISIDORO Y SAN LEANDRO DE SEVILLA

Como maestros de virtudes y adornos de la Jerarquía oh San Leandro y San Isidoro, la Iglesia os glorifica con himnos, por vuestras intercesiones, concedednos a los que os honramos con amor progreso en virtud y liberación de peligros

KONTAKION FIESTA TONO 7

Te transfiguraste en el monte, oh Cristo Dios, y tus discípulos contemplaron tu Gloria según pudieron soportarla; para que, cuando te viesen crucificado, percibieran que tu Pasión fue voluntaria y proclamaran al mundo que Tú eres verdaderamente el Resplandor del Padre.


Venid, alegrémonos grandemente en el Señor; aclamemos con júbilo a Dios, nuestro salvador.

Vengamos ante su rostro con acción de gracias.


Prokimenon

Oren y vuelvan al Señor su Dios. En Judá Dios es conocido; Su nombre es grande en Israel.

Hermanos: Nosotros somos colaboradores de Dios, entonces ustedes, labranza de Dios, edificación de Él. Conforme a la Gracia de Dios que me fue dada, yo, como hábil arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya está puesto: Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa; mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá la pérdida. Él, no obstante, se salvará, pero como a través del fuego.

¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque sagrado es el templo de Dios, que lo son ustedes.


En aquel tiempo, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba allí solo. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y en la madrugada vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos viéndolo caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo, que soy Yo! No teman.» Pedro le respondió: «Señor, si eres Tú, mándame que vaya hacia Ti sobre las aguas.» «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús, tendiendo la mano, lo agarró y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante Él diciendo: «Verdaderamente eres el Hijo de Dios.» Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.